¡Qué mejor manera de redescubrir la ciudad de Sevilla que de la mano de Gustavo Adolfo Bécquer, Diego de Hojeda, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, o Antonio Machado entre otros andaluces de pura cepa…! ¿Qué cómo va a ser posible si ya no están entre nosotros?
Muy sencillo: mediante los versos y escritos que nos han dejado como legado.
A través de ellos podremos volver a visitar lugares tan encantadores como la Antigua Calle del Chorro, el Palacio de las Dueñas o la vera del Guadalquivir, pero desde la mirada de tan ilustres poetas y escritores sevillanos.
¡Y qué mejor manera de darnos un primer paseo literario que con nuestro célebre poeta modernista Antonio Machado! Aunque pasó gran parte de su vida en otras partes de la geografía española como Soria, Madrid o Segovia y finalmente murió exiliado en Colliure (Francia), sus orígenes son sevillanos, y en muchos de sus poemas da buena cuenta de ello.
Así, comencemos nuestra ruta, Antonio:
Partimos del Palacio de las Dueñas, pues durante su infancia vivió en una dependencia de alquiler perteneciente a la vivienda palaciega.
“Esta luz de Sevilla… Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente”
Continuamos caminando y a diez minutos de ahí, nos detenemos en la honorable Plaza de la Magdalena,
“(…) siendo yo niño, a mis seis o siete años, estábame una mañana de sol sentado en compañía de mi abuela, en un banco de la plaza de la Magdalena, y (que) tenía una caña dulce en la mano”
A once minutos, nos conduce a la Calle Menjíbar, donde se encontraba el colegio al que asitía con su hermano Manuel, dirigido por don Antonio Sánchez,
“Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales (…)”
Como no desea cansarnos con el recorrido, ni que sus recuerdos de infancia nos produzcan demasiada nostalgia, emprendemos el camino hacia el último punto de la ruta, el Barrio de Triana, en torno a media hora andando de la Calle Menjíbar. La cercana Calle Betis no solo fue testigo del nacimiento de su madre y de la confesión de amor de sus progenitores, sino que, al parecer, y según nos indica, en el entorno trianero su madre regentaba una confitería, donde seguramente vendían los pastelitos y dulcillos más ricos de la tradición sevillana.
Aunque muchos son los lugares que guardan memoria de la familia Machado-Ruiz y otros tantos los que Machado refleja en su prodigiosa poesía, solo hemos hecho una visita corta por aquellos que ha tenido la amabilidad de mostrarnos en este encantador paseo.
¿A que si visitamos de nuevo todos estos lugares nos podemos imaginar a Machado jugando en el patio palaciego, probando una rica golosina en la Plaza de la Magdalena o se nos viene un olor a pastel recién hecho según nos internamos en el Barrio de Triana?
ESCRITO POR:
Priscila FarCo
Orgullosa canaria y andaluza por herencia de mi abuelo gaditano. Adoro vagabundear por los callejones sevillanos de «Rinconete y Cortadillo», enamorarme de Santa Cruz y su mágica luz; dar por una mirada un mundo junto al busto de Bécquer, adentrarme en la antigua Hostería del Laurel, siguiendo los pasos de Don Juan Tenorio; pasar por Las Columnas y probar la esencia flamenca; oler el azahar a la vera del río y vestirme de luces… girar y tocar el oro, y darme cuenta de que «en Triana, Soledad, solo es nombre de mujer».